
La información que te compartiré en este artículo podría resultarte inquietante, pero te invito a recibirla con calma y curiosidad sabiendo que somos seres maravillosos, capaces de recuperar toda la armonía perdida tras cualquier experiencia estresante.
Mi deseo es que puedas comprender por qué la experiencia del nacimiento es tan significativa para la salud del bebé y, por otro lado, si sos paciente de osteopatía podrás comprender sobre las “viejas tensiones” o “tensiones craneales antiguas “ de las que seguro te hablo tu osteópata en alguna sesión.
Sobre el nacimiento
Todos sabemos que los bebés llegan al mundo de diferentes maneras, algunas naturales, otras no tanto. Por mi experiencia en las sesiones con bebés, he llegado a la conclusión de que todas las formas de nacimiento nos traen múltiples aprendizajes, y si fue traumática, de hecho, nos mejoran y nos potencian cuando las escuchamos, sentimos y aceptamos tal como fueron.
Ya que a veces todo pudo haber sido tan caótico y difícil que en esos momentos, nada es mejor que suspirar, hacer espacio y conectar con esa quietud donde todo es aceptado; como sucede en la sesión, el bebé es escuchado, sentido y comprendido, y en ella observar el hermoso momento en donde el bebé suspira y tiene su espacio para liberar las tensiones.
El osteópata tiene la habilidad de asistir a la dificultad y la huella emocional y energética que gravita en la estructura física. Una vez que el cuerpo deja atrás la carga y la huella del estrés de su nacimiento nos permite trabajar fácilmente sobre sus estructuras. Dependiendo de cada bebé, este proceso puede ser rápido o llevar su tiempo.
Los movimientos cardinales durante el trabajo de parto
El parto vaginal es la primera experiencia somática por la que transitará el bebé cuando pase por el canal de parto.
En esta experiencia suceden cuatro movimientos fisiológicos, autónomos y espontáneos:
Flexión: cuando dobla la cabeza y el cuello hacia adelante y abajo
Rotación interna: cuando rota/gira la cabeza hacia dentro, acercándose a la línea media del cuerpo
Extensión: cuando la cabeza y el cuello se extienden hacia atrás
Rotación externa: cuando la cabeza gira hacia afuera alejándose de la línea media del cuerpo
Cuando estos cuatro movimientos se conectan y enlazan armónicamente, dan como resultado un movimiento en espiral. El movimiento en espiral es la forma más eficiente de conservar energía, desplazarse y atravesar barreras. Su trayectoria en curvas sucesivas nos permite avanzar manteniendo un equilibrio constante.
De igual manera, la vitalidad del sistema cráneo-sacro se manifiesta expresando estos cuatro movimientos, que son sutiles, autónomos y espontáneos. No se ven, pero se sienten a través de un contacto suave de las manos.
El sistema cráneo-sacro se compone de la organización de todos los huesos de la cabeza, la cara, el largo de la columna y el sacro. Todas estas piezas envuelven al sistema nervioso, de ahí su vital importancia.
Funciona como una unidad, si alguna de las piezas que la componen sufre o tiene tensión, repercute en el resto del sistema directa o indirectamente, a través de las relaciones anatómicas.
Si el paso por el canal de parto fue traumático, puede dejar improntas físicas y energéticas que condicionen la expresión y el desarrollo armónico de estos hermosos movimientos.
La experiencia del nacimiento tiene el potencial para modelar y configurar esta primera etapa del desarrollo.
Los movimientos en los primeros meses
El bebé seguirá desarrollando y afianzando los cuatro movimientos, flexión, rotación interna, extensión y rotación externa en los procesos de sostener la cabeza, rodar, gatear, sentarse, pararse y finalmente caminar.
Son alrededor de 18 meses donde se crean las bases para que estos se organicen y se construyan orgánicamente. Durante los primeros 6 a 8 meses, por ejemplo, se configuran y modelan las diferentes curvaturas de la columna, principalmente en la etapa que el bebé pasa tiempo panza abajo y en los inicios del rodar. La configuración de estas curvas es fundamental para el desarrollo del movimiento armónico, en especial del movimiento en espiral, y también para mantener la salud y vitalidad de todos los órganos y sistemas del cuerpo.
Movimientos involuntarios y voluntarios
El parto es un evento donde el bebé y la mamá están preparados fisiológicamente para que todo suceda de forma espontánea.
Diferentes fuerzas se activan de forma innata, incluyendo las fuerzas de autocuración y autorregulación que se encargan de “ordenar” todo lo que se movió, sin que el bebé y la mamá sepan.
Luego del nacimiento, el bebé continúa moviéndose espontáneamente. No sabe que está levantado la cabeza, no sabe que está girando, no sabe que está llevando la mano a su boca, no sabe que está agarrando su pie.
Es así, como a partir de esos movimientos involuntarios, comienza a crear progresivamente los movimientos voluntarios, como tomar un juguete, girar, sentarse, o pararse. Porque quiere hacerlo, porque quiere ir hacia algo.
Si los movimientos del bebé están en disarmonía desde el comienzo, ya sea por tensiones durante la gestación o el parto, el bebé se va a mover, pero sobre una base tensionada y desorganizada.
Su cuerpo se va a adaptar mediante compensaciones que, a largo plazo, podrán dar origen a posturas llamativas o trastornos, que a veces comienzan en la niñez.
Los motivos más habituales de consulta de niños que llegan al consultorio suelen ser rodillas valgas, mordida cruzada o invertida, respiración bucal, otitis a repetición o trastornos respiratorios recurrentes.
También están los casos de escoliosis, que llamativamente se despliegan en la adolescencia o preadolescencia, muchas veces, sin ningún motivo aparente.
En resumen, los movimientos reflejos y la actividad innata del sistema cráneo sacro ya están activos cuando el bebé está en el útero y son la semilla para toda una vida de movimiento, en los primeros meses, en la niñez, la adolescencia y hasta la adultez.
El parto, un viaje con múltiples fuerzas en acción
El bebé está preparado fisiológica y anatómicamente para hacer este viaje desde el útero materno, pasando por el canal de parto, hasta llegar al nacimiento.
Las diferentes piezas de su cráneo compuesto por tejido membranoso y cartilaginoso, se unen entre sí por tejidos elásticos y fibrosos, las suturas; y en espacios más grandes cubierto por membranas, las fontanelas.
La flexibilidad de las suturas y las fontanelas permite que los huesos se superpongan/solapen para adaptarse, amoldarse y lidiar con las diferentes fuerzas y contrafuerzas que se desencadenan en el viaje.
Existen fuerzas naturales y fisiológicas:
- La presión del líquido amniótico
- La presión del fondo del útero durante las contracciones
- La fuerza del pujo de los músculos abdominales de la mamá
- La extensión y el enderezamiento del cuerpo del bebé.
La mamá y el bebé, hacen un enorme trabajo para acoplarse a estas fuerzas de la naturaleza.
Y si además se suman fuerzas externas como:
- Presión mecánica sobre la panza de la madre
- Excesiva medicación
- Instrumentalización con fórceps, ventosas o espátulas
- Trabajos de parto largos y con múltiples intervenciones que finalmente terminan en cesárea
- Otras situaciones estresantes del entorno
Estas fuerzas estresantes pueden quedar adheridas en el cuerpo, en forma de tensión, espasmos, contracturas, y podrían actuar como un impedimento a la libre expresión de los movimientos reflejos e involuntarios del sistema cráneo-sacro. El bebé se va a mover, pero bajo tensiones va a estar limitado y condicionado.
Algunas de las formas en que estas tensiones pueden manifestarse en los primeros meses del desarrollo del bebé son:
- Irritabilidad, llantos sin motivo aparente
- Dificultad en la lactancia
- Preferencia por una sola posición
- Trastornos gastrointestinales, reflujo y cólicos
- Problemas respiratorios
- Escaso movimiento o, por el contrario, movimientos hiperactivos y caóticos
- Tortícolis, plagiocefalia y otras forma de asimetrías craneales
- En torno a los tres meses, falta de sostén de la cabeza y rechazo a estar boca abajo
Debe quedar claro que la estructura física y emocional del bebé se modela desde el inicio, y nada mejor que pueda sentirse cómodo en su propio cuerpo desde el día cero.
Profundicemos un poco más sobre el paso del bebé por el canal de parto.
Los cuatro movimientos cardinales en el parto vaginal
Saber sobre los cuatro movimientos cardinales que realiza el bebé durante el trabajo de parto es esencial, porque nos ayuda a comprender por qué y cómo pueden llegar a quedar grabadas posiciones y tensiones en el cuerpo del recién nacido.
Estos movimientos son:
Flexión: cuando dobla la cabeza y el cuello hacia adelante y abajo
Rotación interna: cuando rota/gira la cabeza hacia dentro, acercándose a la línea media del cuerpo
Extensión: cuando la cabeza y el cuello se extienden hacia atrás
Rotación externa: cuando la cabeza gira hacia afuera alejándose de la línea media del cuerpo
En un parto vaginal es la cabeza del bebé la que inicia los movimientos y los cambios de posiciones, y la que guiará a los hombros y al resto del cuerpo.
El bebé debe pasar por el canal de parto, que está formado por el cuello uterino, la vagina y la desembocadura de la misma en la vulva, estos órganos amplían su tamaño para permitir el avance y la salida del bebé.
Los diferentes huesos del cráneo del bebé por su parte, se superponen y solapan, gracias a la cualidad flexible y elástica de sus hermosas suturas y fontanelas, y así logran su paso por el canal del parto.
La anatomía y fisiología de la mamá y el bebé están preparadas para trabajar juntas y en sincronía. No obstante, por diferentes razones estresantes, esto algunas veces, puede no darse.
La forma más orgánica de nacer es cuando el bebé encaja la cabeza en el canal del parto, de forma tal que, al momento del nacimiento, su cara mira hacia el sacro materno y la parte posterior de la cabeza se apoya en el pubis.
Sin embargo, el bebé puede presentarse con múltiples variaciones de posición: de cara, de frente, de nalgas o de hombros. En estos casos, el parto puede resultar más difícil, ya que estas condiciones pueden impedir que se den los cuatro movimientos cardinales.
A veces un parto vaginal no es posible, y por supuesto, la mejor opción es recurrir a una cesárea.
Recordemos que “la fuerza vital siempre está al mando” y más allá de la forma del nacimiento y de lo grabado al nacer, lo que importa es que el bebé está acá y nosotros estamos para acompañarlo y podemos ayudarle a suavizar cualquier situación difícil que haya experimentado.
Primera fase, encajamiento

Durante los últimos meses del embarazo y al momento del nacimiento, el bebé se amolda, se adapta a la forma de la cavidad uterina, está doblado, enrollado, plegado sobre sí mismo.
Es la cabeza la que va a iniciar los movimientos y los cambios de posición y la que guiará a los hombros y al resto del cuerpo.
Por ello luego del nacimiento, estar atentos a la organización de los huesos del cráneo, los músculos del cuello y cervicales es de suma importancia.
Recuerda que si hay tensiones en la parte alta del cuerpo, estas pueden llegar a la pelvis a través de relaciones anatómicas directas (sistema cráneo-sacro).
Cuando el bebé entra en la pelvis ligamentaria, comienza a flexionar la cabeza, las fuerzas de la naturaleza ya están en acción. Presiones y compresiones actúan sobre él, y las diferentes piezas óseas de su cráneo se comprimen y solapan.
Segunda fase, progresión y descenso

El bebé sigue recibiendo presiones intensas e importantes y la cabeza va tomando forma ojival para facilitar el avance.
Tercera fase, flexión
La flexión llega naturalmente a medida que el bebé va descendiendo y siguen actuando sobre él las contracciones uterinas, la constricción, y las resistencias que encuentra al atravesar el suelo pélvico.
El bebé va tomando una actitud más flexionada, más doblada, de forma tal que el mentón entra en contacto íntimo con su pecho. De esta forma se genera el potencial de acción y se libera la energía que lo va a llevar hacia la rotación interna.
Cuarta fase, rotación interna
La cabeza rota sobre su propio eje de forma tal que el hueso occipital y la nuca, se posicionan detrás y debajo del hueso púbico de la madre, y así la cara del bebé mira al sacro.
El hueso púbico de la madre actúa como un punto de apoyo para el movimiento siguiente.
El bebé va tomando la forma de un verdadero cilindro para amoldarse al camino y facilitar la salida. Todo gracias a la forma ojival de la cabeza y al movimiento en espiral que se va desencadenado.
La rotación interna se va producir en el punto de mayor flexibilidad, en el gráfico que estamos viendo, ese punto es la zona del occipital, ahí donde se encuentra con las primeras vértebras cervicales.
Pero dependiendo de la presentación del bebé, ese lugar de “mayor flexibilidad” puede ser otro, por ejemplo, alguna parte de su cara, cerca de su nariz o su mentón, si es que el bebé viene con la cara mirando al frente.
A veces, puede ocurrir que la cabeza no logre encajarse bien desde el inicio, lo que hará necesaria una ayuda externa.
Por esta razón, la osteopatía le da tanta importancia al cráneo, la base del cráneo, el cuello y la cara. Estas áreas reciben presiones intensas e importantes, y son puntos de apoyo cruciales para grandes movimientos, como la salida por el canal de parto.
También es importante remarcar que los huesos del bebé son membranosos y cartilaginosos. No debemos temer que algo pueda romperse, sino tener la tranquilidad de que son las partes blandas las que absorben las tensiones y presiones. Por esta razón, es fácil que se resuelvan y que todo vuelva a su lugar.
Quinta fase, extensión

La parte de atrás de la cabeza toma como punto de apoyo el hueso púbico y se extiende, el cuello se alarga, y se produce la salida de la coronilla y la frente.
Al pasar por los tejidos blandos de la pelvis materna, la cabeza es modelada nuevamente.
La salida por este pasaje supone un verdadero “masaje modelador” para los hermosos huesos del cráneo y para todo el cuerpo del bebé.
Los huesos que se solaparon se acomodarán y el cráneo se redondeará nuevamente. Algunas veces, la cabeza ojival desaparece rápidamente, y otras veces se demora un poco más.
Esta fase es muy importante, ya que en la base del cráneo se generan presiones y compresiones importantes, y por ella transitan paquetes de nervios vitales que controlan funciones motoras y sensitivas relacionadas con la respiración, el ritmo cardíaco, la función de la lengua, los músculos del cuello y la digestión, entre otras.
Sexta fase, salida de la cabeza, rotación externa

Cuando la cabeza se asoma hace una rotación externa, de forma que vuelve a quedar alineada con el cuerpo, permitiendo que salgan los hombros.
En este punto, el bebé recibe la ayuda de su obstetra, quien tira de la cabeza y de la nuca para facilitar la salida. Esto provoca estiramientos no solo en la cabeza, sino también en todo el cuerpo.

Primero sale el hombro de arriba. Acá es importante tener en cuenta que si tiran de la cabeza del bebé de forma fuerte o violenta por alguna razón, los tejidos de la zona pueden contraerse, ya que los receptores del dolor están activos desde muy temprano en la gestación.
Muchas tortícolis pueden estar asociadas a ese “tirón”, el tejido afectado se resiente y se contrae, el bebé se defiende enrollándose sobre la zona que duele.
Cabe señalar que la tortícolis también puede tener su origen en la postura adoptada en el útero.
También están los casos de la lesión del plexo braquial en el recién nacido, que puede tener su origen en estos momentos críticos.
Si hay dificultad cuando salen los hombros, ya que puede haber mucho tironeo, esto se nota desde el inicio, ante el dolor el bebé se va a proteger contrayendo el hombro que le duele, y esta tensión por supuesto, va a involucrar a los músculos del cuello, la espalda y muchas veces, llegar al sacro.
Esto es muy evidente al cambiarle la ropa, ya que al tomar sus bracitos se puede percibir que los aprieta y contrae. También, le va a resultar muy difícil, o incluso rechazar permanecer boca abajo.

Y luego sale el hombro de abajo y… ¡el bebé nace!
En síntesis, podemos decir que tenemos dos etapas de movimientos:
Dos movimientos de “cerrado” en los que el bebé se pliega y repliega: flexión y rotación interna.
Y dos movimientos de “apertura”: extensión y rotación externa.
Podríamos decir que la naturaleza imprime y modela al bebé con estos cuatro movimientos, que luego va a desarrollar y perfeccionar al relacionarse con la fuerza de la gravedad.
Si se producen demoras o complicaciones en el inicio o durante la transición de estas fases, el bebé puede conservar la huella del estrés en la posición transitada.
Recuerda los movimientos de los que venimos hablando, flexión, extensión, rotación interna y externa.
Entonces podes observar a tu bebé y ver si se siente cómodo en una sola posición, por ejemplo solo en el huevito (flexión) o si se arquea para atrás con frecuencia (extensión) o si gira la cabeza hacia un solo lado (rotación).
Cuando el bebé se sienta incómodo en una posición, se va a defender cerrando y contrayendo su cuerpito y también te lo puede manifestar llorando.
Cuando un bebé está libre de tensiones, puede estar en todas las posiciones sin molestarse.
¿Cuándo puede el bebé tomar una sesión de osteopatía?
La mamá y el bebé hacen un gran trabajo y necesitan dedicar tiempo para descansar de este intenso viaje y dar espacio para que las fuerzas de autorregulación y curación actúen.
Después de dos semanas del nacimiento podemos chequear que el bebé está libre de tensiones.
Es importante que sepas que las tortícolis, la plagiocefalia y otras asimetrías craneales se pueden detectar desde muy temprano. Si como mamá tenés dudas y no encontrás respuestas que te tranquilicen, consultá lo antes posible para no perder tiempo, ya que los primeros seis meses son vitales para el desarrollo psicomotor, y es ideal que pueda iniciar y transitar esas primeras etapas libre de tensiones.
Para la osteopatía, la organización de los huesos del cráneo es vital para la salud, ya que repercute en la organización de toda la columna y del resto del cuerpo. A cualquier edad, incluso de viejitos, estamos a tiempo de resolver estas tensiones.
Por supuesto, si las tensiones craneales se alivian lo más temprano posible, el cuerpo del bebé tendrá la posibilidad de desarrollarse con mayor comodidad, libertad y disfrute.
¿Qué mejor no?
Con amor, Patricia.